
martes, 12 de abril de 2011
LA HIPOTECA DE JUSTIN BIEBER
No sé qué es lo que pasa, ni cuál será el motivo. No sé si será porque los días son más largos o porque la primavera nos está pintando en la cara una amable sonrisa tal vez más propia del verano, pero lo cierto es que últimamente no hago otra cosa que inaugurar casas. No mías, claro, no vayan ustedes a pensar, sino de esos amigos que uno tiene medio chiflados -a mi alrededor se ve que la locura abunda-, que se hipotecan hasta las cejas justo en el momento en el que nadie querría estar hipotecado. Justo en el momento en el que el Euribor se pone tonto, los créditos inalcanzables y los bancos y las cajas imposibles. Ahora, justo ahora que el paro se dispara y que el sistema económico mundial hace aguas mayores, ellos dan la entrada a lo que podría tornarse, a poco que se tuerza la cosa, en un callejón sin salida. Pero ellos son así de valientes, así de osados y de valientes, y de temerarios, también, y yo se lo agradezco, claro. Y más, como digo, de cara al verano, en el que uno puede tener las ventanas abiertas mientras se toma unos mojitos -queda inaugurado este pantano- y saludar al vecino del edificio de enfrente, y a su hija adolescente también, ésa que ha estado hace nada en Madrid, por aquello de ir a ver a Justin Bieber y comprobar si el efebo es en verdad de carne y hueso.

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